Hoy fue el gran día gran de invertir/gastar una pequeña fortuna en fotocopias para los chicos y proceder a recortar todas y cada una de las distintas partecitas... con mucha paciencia y ayuda familiar, que agradezco infinitamente.
El concierto de laúd de ayer fue, sinceramente, sublime. No salgo de mi admiración y de mi asombro. Más que una obra de arte, un canto a lo más hondo del alma.
Por estas pequeñas cosas vale la pena estar vivo.
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